miércoles, 9 de septiembre de 2015

Por una reforma previsional suficiente

La reforma prometida. ¿Otra reforma previsional como la del 2008? ¡Por favor, no! Pues empobreció a los chilenos y enriqueció a la industria de las pensiones del sistema privado (AFP y compañías de seguros).
Muchos piensan, gracias a una prensa (y políticos) interesada en ello, que la reforma previsional del año 2008 fue un avance en materia previsional. Nada más lejano a la realidad. La verdad es que dicha reforma significó un retroceso (como si todavía fuera posible seguir cayendo) en materia previsional y de dignidad para las personas. Y un avance en las ya groseras e ilegítimas ganancias para la industria de las pensiones del sistema privado.
En efecto, la reforma previsional sustituyó la pensión mínima por el aporte previsional solidario, con lo que -de una plumada- empobreció al 40% menos pobre, es decir, prácticamente la mitad de los chilenos. Y le explico por qué: antes, cuando se acababan los fondos (a la mayoría según diversos estudios serios), si uno acreditaba cotizaciones o servicios por 20 años tenía derecho a la pensión mínima (unos $135.000, más o menos, dependiendo de la edad). Eso era así para todos.
Pues bien (en rigor, mal), con la reforma del año 2008 se elimina la pensión mínima y se reemplaza por el aporte previsional solidario (que mejora un poco nada más la pensión. Un eufemismo, pues se es verdaderamente solidario cuando es también suficiente), pero sólo para el 60% más pobre. Es decir, al 40% menos pobre se le acaban los fondos y se queda en la calle, sin un peso, ni siquiera con la Pensión Básica Solidaria (otro eufemismo) , pues ésta es para el 60% más pobre que nunca ha ingresado al sistema de AFP.
Pero la situación es todavía peor, ya que una abrumadora mayoría de chilenos se verá empobrecida con esta reforma previsional del 2008, al menos por dos razones, mejor dicho ante lo irracional, por dos causas. La primera, considerando los factores que se miden para determinar la situación socioeconómica en Chile, es muy fácil ser pobre y no estar en cierto segmento de pobreza; en lo que nos ocupa, ser del 60% más pobre y no estar en dicha estadística, por ejemplo, teniendo un empleo estable aunque mal remunerado. Quiero decir con esto que dicho aporte previsional tampoco llega al universo del 60% más pobre estando en la realidad en él. Con lo más del 40% menos pobre se queda sin aporte previsional solidario, y tampoco con pensión mínima, que se ha eliminado. Se quedará sin un peso.
Segundo, como de todas maneras los fondos se van consumiendo (en el retiro programado que usa la mayoría), la pensión va siendo cada vez más baja, y con aporte previsional solidario incluido, llegará para la inmensa mayoría a ser menor que lo que era la pensión mínima. A lo más, unos $85.000 de aporte previsional si me quedo con un peso de los fondos acumulados por mí. Conclusión: todos los afiliados pierden.
Con la reforma previsional del año 2008 sólo han ganado las AFPs y las compañías de seguros. Porque los que faltaban para ser clientes cautivos, esto es, los independientes, ahora están cazados por el sistema por ley, es decir, más platita por comisiones para la industria. Además de otras disposiciones que con la reforma la favorece en desmedro de los afiliados.
¿Qué esperar del informe de la Comisión Bravo (donde la mitad de sus integrantes participaron en la reforma del año 2008, varios de ellos al servicio del sistema de capitalización individual)? Me temo que ninguna propuesta suficiente, en el sentido de asegurar pensiones decentes para una vida digna.
Exijo no más reformas cosméticas, no más empobrecer a la gente y enriquecer a la industria valiéndose de la necesidad y precariedad, que los que promueven aquella no han sabido ni querido (la negligencia grave se equipara al dolo, se identifica con una voluntad de causar daño) solucionar.
Exijo que se empiece por aplicar el derecho chileno, que contempla el triple aporte suficiente, de trabajador, empleador y Estado. Esto se prescribe en los convenios internacionales números 35, 36, 37 y 38, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y por los que este organismo de las Naciones Unidas le viene “tirando las orejas” al Estado de Chile por ¡30 años¡ por no darles cumplimiento, no obstante estar plenamente vigentes.

Otra disposición de dichos tratados no cumplida, es que las entidades previsionales sean administradas por el Estado. Pero eso hoy es demasiado pedir, pues el Estado no financia suficientemente campañas políticas. Es justicia.

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